Angélica Barboza: Jugando, creciendo y aprendiendo











Angélica Barboza: Jugando, creciendo y aprendiendo
Aventurera y soñadora, pero a su vez centrada y esforzada, así es Angélica Barboza Murillo, quien a través de estas y muchas otras cualidades, ha logrado llegar a su cuarto año de carrera universitaria, siempre llevando de la mano su desarrollo deportivo en el equipo de fútbol de la Universidad de Costa Rica.

A sus 22 años se describe como una persona sensible, cariñosa y dedicada, aunque al principio puede ser un poco tímida y reservada, al entrar en confianza su personalidad extrovertida sale a la luz.

Nana, una de las mascotas de Angélica
Nació, creció y vive actualmente en el cantón de Puriscal, al lado de sus familiares. En un principio, la Familia Barboza Murillo, estaba compuesta por cinco integrantes, don Danilo el padre, doña María de los Ángeles la madre, además de sus tres hijos, dos hombres, Danilo y Luis, y una mujer. Luego de la muerte de su padre Angélica continuó viviendo con su madre y su hermano mayor Danilo en el cantón josefino. A su lado viven su hermano Luis con su pareja Stefany y su hijo Noa, de apenas unos meses de edad. Ellos han hecho crecer esta hermosa familia. Aunque tampoco podemos dejar de lado a sus mascotas: Nana, Jaru, Zeus, Janco y Seico. Esos son los nombres de los cinco perritos que son parte de esta familia.

Angélica siempre fue la niña de la casa y aunque sus hermanos siempre la cuidaban, también la llevaron a meterse en varias tortas y travesuras, ya que eran unos niños muy inquietos 

“Cerca de la escuela habían muchos bejucos, nosotros íbamos, nos agarrábamos, nos balanceabamos, hasta que se rompía el bejuco y nos llevábamos unos bombazos… luego ibamos y nos lavabamos en una pila de la escuela. Llegábamos todos mojados a clase y en invierno no se secaba entonces también llegabamos mojados a la casa… mi mamá tenía que hacer milagros con el uniforme que tenía manchas de barro por todo lado… el zacate resbalaba y con los zapatos jugabamos que eran patines y nos íbamos rodando.  Ahí rompí mi primer par de zapatos… era muy divertido. Me jale muchas tortas pero yo siento que fue una infancia muy bonita” Nos cuenta Angélica, mientras se ríe al recordar tan bellos momentos.

La etapa del colegio no quedó exenta de sus travesuras ni de accidentes
“Quebré muchas cosas. Era exagerado. Quebré tubos, vasos, platos, espejos, botellas, era un poco torpe.  ...Una vez estábamos exponiendo y yo estaba inquieta porque me daba miedo exponer entonces me volví y le pegué un codazo al vaso del profe que tenía en el escritorio y se cayó y se quebró...  él se me quedó viendo y después me contó que ese vaso fue el primer regalo del día del padre que le había regalado su hija menor” 
Finalmente llegó el momento de entrar a la universidad, y como muchos otros jóvenes ella no sabía qué estudiar ya que sentía afinidad por muchas áreas. Luego de darse un año sabático y sacar generales en la UNED, decidió entrar a educación matemática pero se le pasó la prueba específica: “...entonces pensé: voy a entrar a primaria porque es igual, es educación y luego me cambio. Pero entré a la carrera, estuve un semestre y me enamoró. La carrera me atrapó. Es como una enredadera que se instaló alrededor de mi corazón”

Las experiencias de otros profesionales en el área, terminaron por convencerla de que esta era la carrera que quería ejercer por muchos años más. 
 “Un profesor de la U llevó a otros docentes para que nos contaran sus experiencias. A mí me enamoró las historias que nos contaban. Me imaginaba dando clases y jalándome algunas tortas, que estoy segura que me las voy a seguir jalando. Me imaginaba viendo y enseñándole a tantos niños”

Pero no todo fue felicidad. Angélica es una joven muy hogareña y continuar viviendo con su familia al entrar a la universidad, fue un arma de doble filo, porque si bien disfrutaba del cariño de sus seres queridos, el desgaste físico y mental por viajar le pasaban la factura, sin embargo Angélica no se dio por vencida, y tras mucho esfuerzo y constancia logró salir adelante tanto en el deporte como en el estudio. 

Aparte de ser una gran estudiante y deportista, Angélica también es una chica con gustos muy particulares. Le gusta leer sobre fantasía, misterio e incluso historias sobre secuestros o temas similares. También le gustan las series animadas, de anime o de comedia, como la serie Friends. A nivel musical le encanta el rock, el pop, la música tropical y la música clásica. Revela que para ella escuchar los violines, las violas y los chelos en las orquestas es simplemente hermoso.

Esta joven es amante del frío y por tal razón le gustan mucho los colores blanco y azul, ya que le generan paz y le dan un toque de frescura. A nivel general prefiere los colores sobrios. Además nos confiesa que su comida favorita es el pinto con huevo picado y plátano y que entre sus actividades favoritas está pasar tiempo con su familia. Gracias a la cuarentena ha podido disfrutar de su compañía en los últimos meses: “a veces jugamos, nos ponemos a contar anécdotas, hablar, ver tele, hacerle muecas a mi sobrino”

Angélica ha disfrutado mucho su etapa universitaria y ha intentado aprovechar al máximo todas las oportunidades que la Universidad ofrece, tanto en lo académico, lo deportivo y la parte recreativa y cultural. Con el pasar de los años, la organización y la disciplina han sido fundamentales para poder rendir de la mejor manera en el equipo de fútbol y en su carrera, ya que en algunas ocasiones los horarios chocaban y debía salir corriendo de la clase para llegar aunque fuera a los últimos diez minutos del entrenamiento. Angélica es una joven muy comprometida y con gran coraje.  Actualmente está muy cerca de su graduación, solo le falta hacer su práctica profesional.

“No me arrepiento de haberla escogido. Si en algún momento tuviera que elegir de nuevo, estoy segura de que lo volvería a hacer. Amé estudiar educación primaria y me llegó a lo más profundo del corazón”

Angélica, al igual que muchos otros, está esperando que termine este confinamiento para salir y poder ejercer lo que tanto ha soñado. Salir y poder enseñar a esos niños y niñas que serán el futuro del país.


Realizado por: Jimena González Aguilar.
Fotografías proporcionadas por: Angélica Barboza

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